Subirme otra vez a ese escenario fue algo increíble. Me hizo sentir viva, llena de energía. Estar ahí, viendo a todos reírse fue todo lo que necesitaba para sentirme completa. Fue como reencontrarse con un viejo amigo. Pero por sobre todo, fue reencontrarme con una parte olvidada de mí misma. Fue como abrir un baúl de recuerdos olvidados para rememorar tiempos pasados. Fue como agarrar un álbum de fotos antiguas y recordar momentos vividos pero con visión de futuro. No hablo de nostalgia ni melancolía. Hablo de volver a mis raíces, sólo para comprobar que siguen fuertes y así poder seguir creciendo, con aún más fuerza que antes. Hablo de recordar esas razones que mantenían mi vida en pie hace un año y darme cuenta que, a pesar de que cambié, siguen representándome y atando mis pies a la tierra. Hablo de pisar otra vez esas tablas que marcaron mi alma de adolescente y le dieron motivos por los que reír, sentir y llorar. Hablo de sentir otra vez esas cosquillas antes de actuar y de llenarme de emoción al darme cuenta de lo cerca que está. Hablo de entender por qué sigo ahí, después de 4 años seguidos, con la misma alegría del primer día. Hablo de comprender que mi vida estaría incompleta si le faltara el Supe en Escena y que cuando la secundaria termine, lo voy a extrañar.
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