Abrí los ojos y me encontré en el medio del bosque. Los inmensos pinos se alzaban ante mí, rodeándome. ¿Qué era aquel lugar? ¿Dónde estaba mi hogar? Apreté mis párpados con fuerza, en un intento de hacer desaparecer el húmedo verde de mi alrededor. Pero al volver a mirar, seguía estando ahí. Entonces, un vacío repentino se apoderó de mí. Tenía que encontrarte, tenía que buscarte donde quisiera que estuvieras. Comencé a correr, con las lágrimas cayendo por mis heladas mejillas. Corrí como un rayo y en ese momento, me detuve. Ahí estabas, parado frente a mí. Contemplé tu rostro por una milésima de segundo y entonces corrí hacia vos, con el corazón latiendo a mil por hora, para lanzarme al abrigo de tus brazos. El calor de tu cuerpo se extendió por mi alma, aliviando todo sufrimiento y aplacando todo miedo. Levanté la mirada y me perdí en tus ojos, por toda la eternidad...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario