Levanto mis ojos hacia el cielo y no puedo evitar pensar en todo lo que tengo por delante. Siento la suave caricia del viento en mi cara y me pregunto si de verdad existe el amor verdadero. Inhalo el dulce aroma de una tarde de sol y me invade una sensación de poder, de una fuerza imparable que yace dentro de mí. Mis cabellos alborotados juegan cuales niños y no puedo reprimir una sonrisa. La velocidad vigorizante y vertiginosa me impulsa y unas inesperadas carcajadas surgen a borbotones de mi boca. Veo a las personas pasar, llenas de problemas y de dudas y me siento ajena. No tengo ni una sola duda de que estoy viva. Viva al cien por ciento. Viva como nunca antes. VIVA.

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