Hoy, mientras viajaba en colectivo (los colectivos pueden ser ideales para reflexionar), me puse a pensar sobre todas las cosas que me gustan y las que detesto (recomiendo que lo hagan de vez en cuando, ayuda a conocerse más). Apuesto que a muchos (excepto un par de personas que me conocen incluso mejor que yo) les sorprendería saber las cosas que me gustan. Porque a veces vos creés que conocés a una persona y en realidad sólo conocés una parte, una faceta de su personalidad. Los seres humanos, por el simple hecho de ser seres humanos, somos complicados. Muy complicados. Me atrevería a decir que hasta demasiado complicados. Una persona es un mundo, un universo lleno de matices, colores y cruces. Creo que son pocas las personas que no han experimentado esa sensación de que su forma de ser cambia, dependiendo del lugar, las personas o la situación en la que se encuentren. Por supuesto que el cambio no debería ser radical. No digo que no sea posible, porque de hecho hay personas que cambian completamente dependiendo del entorno pero no es lo mejor. ¿Cómo sabés quién sos si cambiás tanto? A mi me asustaría invertirme de tal forma. Sentiría que me estoy perdiendo a mí misma, que se están difuminando las líneas de mi forma de ser. No creo que sea saludable mantenerse siempre dentro de la misma estructura pero tampoco hay que perder los ejes de tu persona. Es refrescante renovarse, cambiar pero con un límite (es mi opinión, que quede claro). La cuestión está en no perder tu esencia, tus valores, tus ideales. Eso que te hace que seas vos y que no seas otra persona. Eso que te hace única/o. Y justamente, eso es lo más difícil de discernir. ¿Qué es lo que te hace única/o? ¿Qué hace que seas vos? Tamaña pregunta, ¿no les parece?