Dios. En este momento me siento tan... feliz. ¿A quién le importa si mañana hay clases, si no hice la tarea, si tengo que ver a gente que realmente no deseo ver, si no tengo la más mínima gana de levantarme temprano? Esas son nimiedades. Hay cosas y personas, sobre todo, más importantes que todas esas tontas trivialidades. Es tan perfecto que me dan ganas de llorar de la felicidad. Y cuando hablo de perfección, hablo de un concepto bastante propio. Hablo de que hoy lo miraba y pensaba: "Dios, como lo quiero." Hablo de que lo quiero con defectos y todo. Es difícil de explicar, muy difícil. Es un sentimiento de paz mezclado con alegría. Es pensar "te quiero, la puta madre, te quiero". Es darme cuenta de que me gustan cosas tuyas que jamás pensé que podía llegar a gustarme de alguien. Son detalles que pueden parecer tontos, insignificantes o estúpidos pero que adoro.   Sos tan tan tan... No me alcanzan las palabras, sinceramente. Simplemente, estoy feliz de haberte conocido, de haber abierto los ojos y sobre todo, de haberme arriesgado con vos

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