Dieciséis. Un número, una palabra, una vida. Un camino recorrido y otro por recorrer. Cualquiera persona que haya leído mi post de ayer y lea el de hoy pensaría que estoy loca y SÍ, LO ESTOY. Pero, ¿qué puedo hacer sino sonreír? Fue un día hermoso. Después de tanto tiempo sentí lo que es vivir un día de esos para recordar. Quizás suene exagerado, porque viví muchas cosas que pueden ser consideradas memorables, pero hoy fue algo inexplicable. No sé, puede que todo sea una ilusión mía y que en realidad todo esto fue un sueño. Sin embargo, no puedo sentirme menos feliz. Me sentí querida. Sentí que después de tanta turbulencia, la paz es posible. Fue como volver a mis 15 pero con los 16 recién cumplidos. Esas sonrisas que tanto adoro, chicos. Gracias, de verdad les digo, gracias. Al final de cuentas ustedes son los únicos que siempre (aunque nos hayamos peleado, aunque estemos distanciados, aunque ya no se como antes) me sacan una sonrisa genuina.
Suena como obra de las hadas, suena como un estupor de una noche de verano, suena como las locuras de una adolescente de 16 años y suena como un sueño loco. Déjenlo que suene como quiera. Si esto es un sueño prefiero no despertar jamás. Prefiero permanecer en ese estupor por siempre, prefiero que la noche de verano dure para siempre. Y sobre todo, prefiero que esas locuras tan propias de una chica de sólo 16 años, sigan siendo locuras y que nunca recupere la cordura. Porque, al fin y al cabo, ¿quién dice quienes son locos?
1 comentario:
Me alegro que la hayas pasado genial, y quiero que sepas que podes contar conmigo.
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